domingo, 25 de noviembre de 2012

Las edades de Lulú

Una pequeña bola de nieve que rueda ladera abajo y se convierte en una gran avalancha. Este podría ser el resumen de la historia de nuestra protagonista. Pero no aparece ni un solo iglú en toda la trama y la sensación que deja dista mucho de ser fría. La sangre puede llegar a helarse en según en qué momento nos encontremos. Especialmente en aquellos más inverosímiles que cruzan el límite de la cordura.
¿Cómo puede una inocente chispa convertirse en un fuego debastador?, podríamos pensar. Todo empieza cuando se busca lo que uno necesita donde no lo hay. No hablo de ir al super a por leche y que no quede la que te gusta. Me refiero a ir intentar conseguir zapatos en una frutería, comprar plátanos y resbalarte con las cáscaras que tú misma has tirado al suelo. Caerte y no identificar el dolor. Confundir la dureza del adoquinado con la comodidad de un cojín. Y finalmente pillarle el gustillo al colchón de piedras.

¿Quién no se ha enamorado nunca de quien no debía? Puede estar pasando ahora mismo. El amor es una enfermedad que no tiene cura. Dicen que es ciego y va dando palos para encontrar su camino. Si has llegado al punto en el que te has rebajado tanto hasta convertirte en suelo no notarás que está pasando por encima de ti. No dejes que te nuble la vista: Enciende los antiniebla, límpia las gafas o ponte las lentillas (lo que prefieras).

Pero si no despertamos de esa tortura de sueño mejor disfrutarlo. Ya saben: "Si no puedes con el enemigo únete a él". Y eso es exáctamente lo que ocurre en este libro. Se busca no se sabe bien el qué y acaba uno apreciando los tesoros que ha ido encontrando por el camino. Cofres llenos de experiencias de lo más variopintas que nada tienen que ver con el "erotismo avainillado" del dichoso Grey.
Se trata de un lbro  mucho más corto, quizás con un toque hispano, en el que pasan muchas más cosas. Una relación puede que más primitiva y menos lujosa, pero sí mucho más lujuriosa que la famosa trilogía. Se trata de una novela mucho más explícita en la que los psicotraumas de los personajes, aunque latentes, pasan a un segundo plano.
En mi opinión, es un texto entretenido y fácil de leer. No se lo recomiendo a quien busque un romance ni a quien no le gusten las películas españolas, pero sí a los que esperan más acción en menos palabras. En definitiva, un libro especial para el frío invierno.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Infidelidad

Lo confieso: Soy infiel por la naturaleza.  Es así. He intentado tomar cartas en el asunto, pero es algo contra natura. Una fuerza superior a mi que hace que quiera ver a más de uno (seamos sinceros,cada uno sirve para una cosa distinta y funciona mejor en un terreno que en otro); que quiera oler a más de uno y que quiera dividirme  y no ser de nadie.

Logré acabar con los anteriores sin tener que romperles el corazón. Simplemente absorvía todo lo que de ellos me interesaba y cortaba la relación. Pero contigo es distinto y no quiero dejarte a medias, pues estoy ansiosa por terminar de descubrirte. Aunque, ya te conozco del pasado, de mis sueños, solo que hablabas en otra lengua. Al principio lograba grandes peripecias para que no te enteraras de lo que estaba pasando. Hacía horarios laboriosos y turnaba mis horas entre tus amigos y tú. Ponía, incluso Km de por medio, para que no te enterases y para que siguieras pensando que eras único. Pero a día de hoy es tontería esconder a tus amigos en un armario, o en su defecto en una estantería, para que no puedan contarte cómo ha sido estar conmigo. Ahora me parece todo tan natural que te pongo junto a los que esperan para que charles y no te aburras, mientras miro fijamente a otro.

Soy consciente que esta práctica está denostada por la sociedad en la que los valores de la fidelidad están muy arraigados. La guerra de Troya, con sus guerreros, sus dioses y toda la mitología que le acompaña, puede llegar a ser de lo más interesante (aunque ya lo hayas leído antes). Pero no puedes comprometerte con una relación seria cuando estás en una etapa en la que evitas lo trascendental y quieres relajarte sin pensar mucho.  Está mal visto empezar una relación cuando aún no has acabado con la que ya tenías.

Pero con los libros creo que podermos permitirnos excepciones. Solo conozco a una persona a la que le apasiona leerse el diccionario de pe a pa como si fuera una novela de ficción, riendose de las palabras que le suenan graciosas o descubriendo las que desconocía. También están los libros de cocina que sufren más quemaduras de segundo grado que mal de ojo. Pero mi querida Iliada no se merece las ocho infidelidades que ha sufrido, por lo que me he propuesto acabar con ella este año. No se lo digáis, no quiero que sufra. Será mejor para las dos.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Con el uniforme hasta las tantas

Son las 17:00, sales del trabajo (el que tenga, claro) y te encuentras con el atascazo. Antes o después llegas a casa, te quitas el uniforme y observas cómo va acabando el día. Puedes salir de nuevo a aprovechar lo que queda de tarde o tumbarte y relajarte. Para ti el día ha acabado. Una taza de té y unas galletas de mantequilla (o unas cañas con tapita) te hacen olvidar los incidentes del día. Ahora todo tiene hasta su gracia. "Carpe diem, mañana será otro día", piensas.
Pero cuando el Sol se acuesta la Luna se levanta. Mientras tu día acaba comienza la jornada...
-del camarero que te sirve.
-del segurata con cara de pocos amigos que estaba a la entrada de aquella discoteca .
-del barrendero que tan limpia deja la calle (lo sé, hay gente que piensa que las calles se limpian solas, pero no. Es el barrendero. Lo he visto con mis propios ojos. Palabra de limón).
-de los voluntarios de la Cruz Roja (¿Quién si no recogería a las señoras que se parten la cadera cuando se bajan de la cama?).
También comienza el día para muchas enfermeras, pues tienen que atender a las señoras de huesos porosos que llegan en esas ambulancias. Ahí están. Al pie del cañón. ¿Las has visto? En mi opinión, no todo el mundo aprecia la labor de estas profesionales. No hablo de los que pasan inconscientes frente a ellas o de los que están en coma y no dan las gracias cuando ellas comprueban que la vía está bien puesta. Hablo de quien las ve sin mirarlas. Para ellos pasan desapercibidas. Los pacientes preguntan por el médico, los familiares por los pacientes, los médicos por los familiares, pero ¿Y las enfermeras? Parece que incluso el estado las infravalore por el simple hecho de ir a trabajar en pijama.
Desde donde yo vivo oigo las ambulancias y las escucho a ellas mientras se manifiestan por sus derechos. Había días que me unía al volver de la piscina. Pues, aunque no salve vidas ni sepa cosas útiles sobre drogas con receta, me identifico bastante con ellas. Compartimos ideas, uniforme y transparencia.
Mis vecinos cuando me ven uniformada piensan que soy una vaga que pertenece a la generación Ni-Ni. Cuando abren un libro, ven una película o comen en un griego no piensan en alguien como yo. En ocasiones, cuando tú te has despertado, querido vecino, alguien como yo todavía no se ha acostado. Ha estado trabajando en un texto para que esté bien redactado, sin errores ortográficos, sintácticos, semánticos, pragmáticos, de registro o de estilo. Algo que puede que te alegre el día o que te entristezca. Pero que sin ese alguien no podrías siquiera experimentar esos sentimientos, porque no entenderías el significado oculto que se encuentra tras esos caracteres inconexos esparcidos como manchas negras sobre un fondo blanco, también llamados letras.
En navidad me suelen regalar uniformes. Los agradezco, porque me encanta mi profesión (en especial cuando tengo trabajo). Me gusta tomarme un té entre palabras y palabras. Darles sentido, intentar trasmitir lo que comprendo pero otros no alcanzan a entender. Me gusta saber que lo que hago facilita la comunicación.
Me gusta quedarme en segundo plano y verte entender. Esa imagen para mi es casi tan reconfortante como una sonrisa de alguien que se está curando.
Puede que solo sea una doña nadie que se alegra porque no cierren la Unidad de Cirugía Cardiaca Infantil .
Puede que solo te haya revelado el mensaje encriptado del prospecto de Corifina.
Pero existo, pese a ir en pijama a trabajar.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Catarsis

Muchas listas llenas de propósitos, objetivos o simples quehaceres. Listas en excel, en word, en la libreta amarillo limón, en un sobre vacío y en post it (amarillo, rosa, blanco y verde). La agenda llena de citas y deadlines en diferentes colores (con más post it) que simulan un arcoiris. Un solo cambio en el orden día desbarata todos los planes y abre camino a la improvisación.
Sobre la mesa del escitorio los papeles se van amontonando con un orden que solo una persona entiende. Los números de teléfono importantes sin dueño, las fundas etiquetadas, los bolígrafos con y sin tapa, los libros a medio leer y  las cartas sin contestar componen el desorden ordenado de cada día. Para no desanimarte: una florecilla que se mueve con la luz del sol, la foto del pirata que te ha robado el corazón y un post it que te recuerda que tienes que seguir adelante con paciencia.
Cada día te levantas entre las 6:00 y las 8:00 de la mañana, te duchas, deasayunas, revisas el bolso y la consola se enciende, comienzas tu día. Te conviertes en una especie de personaje de videojuego. Quieres alcanzar el nivel 16, pero apenas has empezado a jugar. Tienes que ganar las misiones para poder subir de nivel.Conseguir la espada mágica papeles de la mazmorra  oficina de algún troll  hambriento funcionario petulante al que le han bajado el sueldo. Con la espada mágica debes encaminarte por la laguna de la  inapetencia. Para combatir el aburrimiento típico de estas aguas debes utilizar un arma de papel llamada "libro" que conseguiste en el nivel 2, después del flechazo de cansancio que te alcanzó al querer matricularte en la escuela de idiomas para aprender grignon. También vale llevar encima una libreta de sudoku; o un poco de vocaabulario grignon o tedesco que desconoces. Así pues, una mañana se considera productiva cuando has conseguido más de una espada o llave mágica que te abra otra puerta.